Había una vez un pobre muchacho llamado Ceniciento. Le llamaban Axial porque siempre estaba limpiando y nunca podía jugar. Tenía una madrastra llamada Luisa y dos hermanastras Laura y Lucy. La vida de Ceniciento era trabajar y trabajar y no dejar de limpiar. Un buen día vino un hombre diciendo que a la semana siguiente se organizaba una fiesta en Palacio. Estaban invitados todos los miembros de la casa.
Todos se pusieron muy contentos, pero la madrastra le dijo a Ceniciento que él no podría ir, tenía que fregar el suelo, limpiar las ventanas y cocinar para la noche. Ceniciento se puso muy triste.
Pero…cuando terminó de limpiar la casa aún le quedó tiempo para arreglarse. Cuando llegó a la fiesta todos se quedaron mirándolo, la princesa se quedó impresionada, se enamoraron.
Desde aquel día, todo cambió para Ceniciento.
Nuria Garrido. 5ºB