EL LLANTO DEL ÚLTIMO REY MORO
“Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre"
Dicen de esta frase que fue pronunciada por Aixa, madre de Boabdil cuando éste rindió Granada. Eran las tres de la tarde del 2 de enero de 1492 cuando Abu Abdallah Muhammad b. Ali, Muhammad XII, Boabdil para los cristianos, salió de la Alhambra por la puerta más cercana al Genil. Allí acongojado y roto de dolor, el emir se bajó de su caballo e inclinándose ante el rey Fernando de Aragón y todos su séquito de nobles intentó besarle la mano mientras le entregaba las llaves de la ciudad. El rey, sosteniéndole, lo incorporó para evitarle la deshonra y tomó las llaves de la Alhambra, se las dió a Isabel, la reina, y ésta a su vez al príncipe Juan, quien se las pasó al que sería nombrado alcaide de la Alhambra, el conde de Tendilla.
Según las crónicas cristianas, o quien sabe, la propia leyenda surgida de momento tan doloroso, Boabdil montó en su caballo para dirigirse a los feudos que los Reyes Católicos le habían cedido para su disfrute en Adra, y desde el cerro más cercano detuvo su montura. Quiso volver su vista atrás para echar una última mirada a su reino perdido y, desolado, lloró como un niño. A sus espaldas, fue la sultana Aixa, su madre, quien pronunció tan lapidaria frase. El cerro se llama “Suspiro del moro”.
FIN
Máximo Domínguez 5ºBº